1

La distancia de nuestro amor

No sé por dónde empezar, pero tengo que hacerlo. Solo me dedicaré a copiar todo lo que me dicta mi corazón respaldado por la verdad. Hace 16 años que ingratamente decidí alejarme de quienes hasta son mi cobijo: mis queridos padres Lucía y Emiliano.

Mi decisión dejó mudo y sin reacción a mi amado padre; mi madre, estalló en llanto pero a la vez diciéndome que lo mejor era buscarme un nuevo porvenir “no te voy a educar para que te quedes en la chacra, aquí no hay futuro hijo”, sentenció.

Yo no decía nada, caminaba con la cabeza gacha intentado disimular mi tristeza y tratando de evitar que las lágrimas mojaran mi rostro. En todo el trayecto para llegar a la carretera y conseguir carro para llegar al poblado más cercano, retrocedí hasta mi infancia.

Recordaba todo lo vivido en especial mi cumpleaños, por la celebración al muy estilo de mis padres, plato especial a base de gallina o cualquier otro animal criados en la chacra. Mi felicidad, era la felicidad de mis papás.

Cuando yo preguntaba y de ustedes ¿cuándo es su cumpleaños para comer otra vez carne?; la respuesta era siempre contundente “cuando se trabaja no hay cumpleaños” y luego se reían abrazándome y frotándome la cara.

Lampa en mano y otras herramientas, la chacra nos espera, nos despertaba mi padre mientras mi madre se apuraba con el desayuno. Esa fue una recurrencia durante mis años hermosos en la chacra, lo que me dijeron hace unos años mis padres se cumplía “cuando se trabaja no hay cumpleaños”.

Adorados padres, no celebrábamos nuestros cumpleaños, pero así éramos muy felices, trabajar era celebrar. Esta semana es el cumpleaños de ambos, me duele tanto no poder estar con ustedes, si las lágrimas pudiesen notarse en este párrafo, las pondría.

A pesar que conversamos todo los días por teléfono y decirnos lo mucho que nos queremos, nos extrañamos, nos necesitamos siempre, para darnos un abrazo sincero, real y ningún tipo de condicionamientos, esos abrazos que cada mañana lo siento y me impulsa para seguir adelante.

Maldita distancia que por ahora me niega la oportunidad de estar con ustedes para confundirnos en ese abrazo duradero, más aun tratándose de sus cumpleaños; pero rompiendo los kilómetros, lo haré imaginariamente y diciéndoles de corazón: “Los quiero mucho, me siento orgulloso y bendecidos por tenerlos vivos PAPA y MAMA…¡Feliz cumpleaños!”