Como si fuera un concurso de juegos familiares o amicales la fiebre pre-electoral para hacerse de la gobernación regional de Ancash se ha desatado: 50 agrupaciones regionales pugnan por su reconocimiento, 5 tienen inscripción vigente y más de 20 partidos políticos tienen la posibilidad de presentar sus candidatos al gobierno regional y a las alcaldías distritales y provinciales.
No está mal que todos tengan sus sueños y aspiraciones, lo malo es que esos sueños, en su mayoría, sean trasnochados porque muchos de los que se pintan de posibles candidatos ni siquiera pueden liderarse a sí mismos o son ilustres desconocidos. Van a la aventura y seguir dándole el cariz de mediocridad a las futuras elecciones que más bien debieran ser de pocos, pero con calidad. Desde luego también hay algunas cartas nuevas y jugadas que merecen nuestro respeto y reconocimiento, pero éstos también deben esforzarse para armar sus cuadros de campaña y de gobierno.
Siempre hemos dicho que hay dos etapas que se deben de diferenciar en el ejercicio político: 1) La conquista del poder y 2) El ejercicio del poder.
La conquista del poder asemeja a todo enamoramiento humano, donde las promesas menudean y el lenguaje va esencialmente al corazón y no precisamente al cerebro. En esta etapa es cómo muchos pícaros (as) pueden tener a la mujer codiciada o al hombre más codiciado; en el caso de la política, cercanamente está lo que pasó con Waldo Ríos, que con la promesa demagógica de los 500 soles y un despliegue mediático como el que tocó desempeñar a Ángel Durán encandilaron a los electores.
¿Por qué muchos candidatos más serios y buenos técnicos y con mejor trayectoria no pudieron ganar a Ríos? Simple y llanamente porque sus propuestas no tuvieron mensajes sencillos y creyeron que hablando técnicamente podrían conquistar a los electores.
El ejercicio del poder tiene otros bemoles. Se requieren de equipos técnicos que acompañen las decisiones políticas. Supone también que el conductor (gobernador o alcalde) sepa trabajar en equipo, partiendo por una visión clara, operando con proactividad, dedicarse a lo importante y no a lo urgente, saber negociar, saber sintonizar con la población y tener la mente abierta para aprender cada día nuevas cosas. Todas estas cualidades actualmente lo exhiben poquísimas autoridades elegidas, muchos no saben ni para qué llegaron.
En el caso del gobierno regional de Ancash, Waldo Ríos no cabe duda fue el mejor artífice de su propia campaña. Es el mejor estratega para conquistar el poder; pero un total desastre como gobernante porque carece de las cualidades indicadas líneas arriba.
Con esta muestra palmaria es momento de ir decantando a través de los órganos electorales que tienen que exigir el cumplimiento de los parámetros de la Ley y la prensa independiente comenzar a fiscalizar la hoja real de vida de muchos que pretenden gobernarnos, con o sin mérito.