No sólo los huaicos físicos están causando estragos; también, los huaicos políticos. El alcalde de Chilca, el gobernador del Callao, el gobernador de Ancash y varios alcaldes de nuestra región están haciendo noticia.
En el caso del alcalde de Chilca Richard Ramos y del gobernador regional del Callao Félix Moreno sus hechos los desnudaron: no fueron a servir sino a servirse. Para ese fin, sin empacho, usaron estrategias populistas y asistencialistas volviendo dependientes a sus electores y así elegirse y reelegirse una y otra vez. El meritorio seguimiento de la Policía Anticorrupción y el Ministerio Público ha dado sus frutos, demostrándose que encabezaban no gobiernos sino redes delictivas.
En el caso de Ancash, Waldo Ríos perdió definitivamente su cargo al ratificársele la condena que pesaba contra él; ahora tendrá que purgar prisión por cinco años. Una dura lección para la seguidilla de engaños y malas artes de los que se valió para llegar al poder. No olvidemos que para ser elegido alcalde de Huaraz ofreció rebajar el agua a 1 sol. Instalado en el poder usó los recursos a diestra y siniestra para hacerse elegir congresista de la República y luego dejar desguarnecida a Huaraz con regidores que se convirtieron cada año en alcaldes. Además ejecutar obras sobrevaluadas para solventar la campaña.
Como congresista no tuvo empacho en traicionar a la agrupación por el que se hizo elegir. Fue condenado por haber transado con Vladimiro Montesinos. Nunca le dijo eso al pueblo, más bien ensayó el libreto de “prestaba su DNI” a Hugo Cáceres para postularlo como candidato a la presidencia de la región. El mismo estaba impedido a ser candidato por que la condena estaba aún vigente.
Años más tarde, lejos de enmendarse porfió en la mentira como la promesa incumplida de los quinientos soles, previo a ello tuvo que ser rehabilitado a fuerza del pago de la reparación civil de un millón de soles de empresarios donantes a los que hasta ahora el Ministerio Público los investiga. Y los procesos penales que se derivaron de su irregular actuación como alcalde le pasaron factura con una primera condena; hay otros procesos más que aún le esperan. El recurso de nulidad no prosperó y ya no volverá al cargo, en los próximos días su puesto debe ser declarado vacante.
Cuando los consejeros regionales ya se aprestaban a declarar la vacancia del gobernador Ríos y elegir al vicegobernador, ayer el Poder Judicial, en primera instancia, dictó la pena efectiva de cinco años para el gobernador Enrique Vargas, que desde luego es desproporcional (porque un delito administrativo lo están equiparando como uno de corrupción). La segunda instancia es probable que rebaje la condena; pero será muy difícil anular la inhabilitación. En tanto queda entonces el camino de su suspensión mientras terminen los efectos de su impugnación.
Mientras tanto la región está nuevamente descabezada. Hay un vacío de poder que corresponderá llenar, responsablemente, al máximo órgano de gobierno como es el consejo regional, eligiendo democráticamente al encargado del gobierno regional y comunicar su determinación al Jurado Nacional de Elecciones para que éste extienda su credencial.
Este huaico político debe hacer meditar a la ciudadanía para que en los próximos comicios evalúe mejor a los candidatos y los partidos y movimientos trabajen desde ahora en la preparación de sus cuadros de gobierno y no solamente trabajar para el primer tramo de su campaña que es ganar la elección, cuando lo más complicado es el segundo tramo: gobernar.