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El pensamiento estratégico chino difiere del occidental

Desde 1978 a  2006  China quintuplicó su PBI hasta convertirse en la segunda economía mundial. Lo logró liberando el espíritu empresarial que había suprimido en la generación anterior. China es el mercado más atractivo para la inversión externa directa. Sus peligros son la escasa protección del derecho intelectual, los cambios abruptos en las leyes y un empresariado local muy eficaz con el que muchas veces conviene asociarse antes que competir.

El pensamiento estratégico chino se aplicó a la economía con Xiaoping Deng quien prefirió los resultados a la ideología. Dijo: no importa si el gato es blanco o negro ; si atrapa ratones es un buen gato. Luego del retroceso que siguió a la represión en la plaza Tiananmen, el proceso avanzó con la reforma constitucional de 1993 que promovió la economía de mercado.

Contracara del modelo occidental: el pensamiento estratégico chino.

El occidental parte de un formato ideal al que aspira, y apela a la voluntad para alcanzarlo. Si bien con esto generó a la ciencia y pudo transformar a la naturaleza, no tuvo el mismo éxito  en los asuntos humanos.

El pensamiento estratégico chino altera el modelo del sujeto héroe del cambio, por el de analizar la situación: ¿qué y cómo sucede?, ¿hacia dónde se dirige lo real?; luego observa el curso de los acontecimientos y espera para aprovechar sus frutos.

El voluntarismo extremo se vuelve contra sí mismo, el exceso de un deseo lo destruye. Se remonta  a Aristóteles: “La realidad es la única verdad”. Al advertir la lógica de la situación y su potencial de realización, deja que las cosas ocurran y obtiene el beneficio sin sacrificios.

Este tipo de inteligencia que no presiona sino que acompaña la evolución natural de las cosas, es el pensamiento estratégico chino, que se diferencia del pensamiento clásico occidental  basado en otro esquema:  modelo- plan- ejecución y control.

Para los chinos el tao o camino está en lo real, no en el ideal.  En lugar de imponer un plan, el pensamiento estratégico chino  se adecua al movimiento para anticiparlo y sacar ventajas.

Situación y análisis del potencial.  Al deducir las consecuencias se pueden obtener réditos con poco esfuerzo. Un  hombre solo  apostado convenientemente controla a 1000 soldados en un desfiladero. Alejandro Magno para hacer invencibles a sus tropas hizo quemar sus propias naves  y  logró que su ejército venciera en  el año 335 AC, a enemigos que lo superaban por 3 a 1, y  que regresaran en los barcos conquistados al enemigo.

El pensamiento estratégico chino no valora tanto la acción como la situación, a la que considera como el producto de la interacción en un campo minado fuerzas. Las acciones se adaptan continuamente, sin preconceptos. Así, el estratega – si se sabe que a su adversario le agrada el peligro-  le hará correr riesgos innecesarios, – si conoce que respeta a la autoridad- recurrirá a ella para dominarlo, antes que desgastarse en planificar un acción meritoria.

La diferencia entre el pensamiento estratégico chino y el occidental es que el primero no elige el camino a la meta, no considera al fin como “un buen conductor”, supone que al retroceder buscando el origen no encontrará fuentes ni medios seguros – al revés de lo que ocurre en los teoremas- ; porque la multiplicidad de fuerzas generadoras de cambio harán imprevisible el desenlace, y presionar producirá el mismo efecto que un remedio que mata por accidente.

Dos facultades diferentes.  El modelo occidental se basa en la voluntad para fijar el objetivo, en que la elección sea correcta y  en que los medios sean adecuados. El pensamiento estratégico chino no determina el fin sino que se beneficia cuando ocurre. Al anticipar el potencial de la situación; no invierte demasiado  en los medios, le basta con  observar las condiciones que generan la lógica del proceso, como las cosas caen por su propio peso.

El efecto no debe manifestarse para ser efectivo, es el resultado de una propensión natural,  no hay  que actuar, sino esperar. Así  los últimos serán los primeros,  y sin que nadie se entere se recogerá el fruto que se producirá.

 

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