Un sentimiento especial hacia Paolo Guerrero Gonzáles se ha desatado nuevamente en el país, basado esencialmente en sus aportes y principios que, lamentablemente, determinada prensa sensacionalista y carroñera como las que encarnan Beto Ortiz y Magaly Medina tratan de soslayar en nombre de “la practicidad”, pragmatismo o como quieran llamarlo.
Ortiz, en un controvertido twit señala que “la soberbia se paga, que Guerrero no debió apelar”, como si los principios estuvieran supeditados a una coyuntura del espectáculo a los que nos tiene acostumbrados con sus programas farandulescos. Según él debió tragarse la falsa imputación, olvidando que los hombres honestos luchan por su dignidad y el buen nombre en medio del charco de falsas acusaciones que los envidiosos suelen blandir a hombres triunfadores como Guerrero.
Las redes sociales se van volcado en contra de Ortiz, ojalá ahora éste piense mejor y no porfíe desacreditando los principios.
Lo que ha sucedido con Guerrero viene causando una identificación también con otro de sus principios y cualidades: el amor a la patria y su liderazgo, como lo demostró en cada uno de los partidos que jugó con la divisa patria; mientras otros presuntamente “rankeados” cuidaban sus piernas y nunca asumieron el rol de capitán, como sí él lo hizo.
En el libro “Camino a Rusia” de Umberto Jara, que se ha convertido en todo un bet seller, se advierte que Paolo además de buen jugador es un líder nato que sabe contagiar entusiasmo y entrega en sus compañeros. Lo puso de manifiesto en las horas más difíciles cuando el amarillismo que sólo se dedica a destruir, él nunca arrió las banderas de la clasificación.
Claro, esas cualidades chocaron con otros intereses como los de Argentina, país donde sucedieron los hechos de presunto dopaje. Al verse casi fuera del mundial, el propio presidente de la FIFA se fue hasta Buenos Aires, acaso para tejer una conjura. No hay que ser tontos, que los gauchos se la tendieron en el restaurant; en caso que perdiera su equipo, alegar dopaje y clasificar. Esa es la verdad de la milanesa, que lamentablemente no se ha investigado a fondo.
La otra mezquindad, en la prensa, vino de Magaly Medina, quien vio en la ocasión la oportunidad para “vengarse” porque Guerrero le ganó una querella por falsas imputaciones y para justificarse tardíamente pretendió burlarse del sentimiento nacional. Medina en su carrera sólo ha destruido, no ha construido nada; es la antítesis de nuestro capitán. De eso ya repararon, felizmente, en Latina: acaban de suspenderla.
El Perú honesto está con Guerrero, nuestro capitán. Los que quedan en el equipo para el mundial saben que tienen en Guerrero a un gran referente tanto en lo futbolístico como en lo moral. Con esa inspiración les toca el gran reto: hacer un buen papel en Rusia y de paso levantar la autoestima y el orgullo nacional, que desde hace 36 años estuvieron profundamente lacerados.