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70 días y sin hojas de ruta

Los pilotos de un avión, buque o transporte interprovincial saben su destino y saben qué ruta tomar; pero en el caso de nuestros pilotos políticos regionales y locales parece que no son su cau cau.

En Lima los alcaldes Jorge Muñoz, burgomaestre metropolitano y el alcalde de La Victoria, George Forsyth, desde el saque mostraron que estaban preparados con el equipo ya armado y las ideas claras que les han permitido arrancar con una buena aprobación ciudadana y se han convertido en los íconos a nivel nacional.

En el gobierno regional de Ancash, Juan Carlos Morillo debutó con el pie izquierdo al asignar funcionarios que luego los cambió presuntamente por no tener el perfil necesario y hasta la fecha no ha informado al consejo regional sobre cómo ha recibido el gobierno regional y qué medidas se van a implementar.

Ya para el 8 de febrero se había programado su presentación, pero éste quedó cancelada porque ese día llegó el presidente de la República a Pomabamba, y hasta ahora no se sabe qué día dará su primer examen ante el máximo órgano de gobierno.

Lo mismo pasa en el gobierno provincial de Huaraz, donde el flamante burgomaestre Rori Mautino Angeles, solo repite como una jaculatoria el recuerdo de su hermano, pero luego de su discurso inicial –que sepamos- tampoco ha expuesto nada concreto ante el concejo de regidores y éstos también están pasivos en no exigir la hoja de ruta.

En Independencia, el alcalde Fidencio Sánchez, que se postuló durante 16 años al sillón edilicio, ha demostrado no tener cuadros, porque los que presentó inicialmente ya han sido cambiados sin mayores explicaciones y tampoco ha expuesto ante el concejo la visión que tiene para los próximos años.

En las demás provincias y distritos casi pasa lo mismo, lo cual revela que nuestros políticos se mueven solo por el voluntarismo, el populismo y parecen odiar el término planificación.

Mientras tanto los días pasan y pasan, ya suman los 70 días transcurridos, queda un mes para que la luna de miel termine, y así como van podrían terminar chamuscados.

Es hora de reparar esta grave omisión, es hora que recuerden que la gestión política tiene dos momentos: 1) conquistar el poder (ganar las elecciones) y 2) ejercer el poder (gobernar) que es precisamente lo más complicado.  Sino recuerden a Waldo Ríos con qué facilidad pronunció una hemorragia de ofrecimientos, como los quinientos soles, y llegando al poder nunca supo donde estuvo parado.

Más ejemplos anteriores, sobran.

 

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