La muerte del ex presidente de la República Alan García y líder aprista ha abierto una controversia en torno a su vida política, básicamente por la forma en que se dio.
El suicidio, como analizan los psicoanalistas puede ser una forma de heroísmo o de cobardía, dependerá del lado con el que se quiera mirar las cosas.
Para los que están en la primera vereda, básicamente la militancia aprista, estiman que García fue víctima de una persecución judicial y mediática y que su suicidio es más bien un asesinato por cuanto no estaba sentenciado, pero pendía sobre él una detención preliminar sin el peso legal correspondiente.
Los demás ven su suicidio del ex presidente como un acto de cobardía al verse descubierto y quedarse sin argumentos frente a su presunta responsabilidad en los actos de corrupción. Sus inmediatos colaboradores como Atala, Nava y Cornejo, en este momento están detenidos y hay serias evidencias que ellos sí recibieron coimas de Odebrecht.
Javier Valle Riestra, una de las figuras más respetadas del Partido Aprista Peruano, considera que ha sido un grave error del presidente haber optado por el suicidio cuando debió afrontar el proceso judicial -como lo hizo su padre Carlos García Ronceros y otros mártires apristas- y, demostrar allí su inocencia y pasar a la historia.
El ex presidente García, como todo ser humano, ha tenido sus virtudes y sus defectos. Ambos se amplifican con el oído interesado con el que se quiere escuchar o con el lente que se quiere ver.
Hay que ver, sin embargo, su legado de manera desapasionada.
Entre sus virtudes, fue ser uno de los políticos más referentes del país que supo conquistar al electorado dos veces para ser presidente, sus dotes de estratega político cuando luego de haber fracasado e irse por la ventana durante su primer mandato pudo volver al poder por la puerta grande a mérito de sus habilidades de ajedrecista y orador político basado y haber hecho un segundo gobierno largamente diferente al primero.
Entre sus defectos, su enorme ego y su falta de inteligencia emocional que, finalmente, pesaron para su último fracaso electoral, además de los actos de corrupción que se le endilgaron durante su primer gobierno –donde sus procesos terminaron prescritos- y en el segundo, está en plena investigación.
Este último asunto es el que determinará finalmente su ubicación exacta en la historia. Si luego de los procesos judiciales, que están en marcha para la gente de su entorno, se demuestra que él no estuvo inmerso en eso, su suicidio será el acto heroico que proclaman sus seguidores; si es lo contrario, simplemente estará en la categoría de los cobardes y ya no de los políticos, sino entre los politiqueros que timaron al país.
Por ahora su muerte, le plantea también un reto enorme al propio Partido Aprista: si se demuestra su inocencia tendrán, después de Haya, a la figura más inspiradora para continuar adelante; si es lo contrario, a morir o a refundarse totalmente.