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En el Día de la Madre

Como la pereza es la madre de todos los vicios; la gratitud también es la madre de todas las virtudes.  En ese marco, lo primero en que tenemos que ser agradecidos es con Dios y con nuestra MADRE, aquella que a todos nos dio la vida.

El cariño y protección de la madre de siente antes de nacer.  Desde su vientre nos prodiga su sangre, su alimentación y compartidos ya, desde el feto, sus alegrías como sus tristezas.

Luego viene el día del parto, y desde el primer día en que vemos el mundo, ella es la persona que nunca nos deja ni lo bueno, menos en lo malo.  Su amor no tiene límites: es puro y verdadero.

Pasa sin embargo que al paso de los años, especialmente cuando el hijo comienza a destellar en la adolescencia, la juventud y la adultez va perdiendo la afinidad de sus primeros años…lamentablemente un gran sector sólo la recuerda en su denominado Día, cuando todos los días debieran serlo de honra y respeto.

Así tenemos a muchas madres que desde el primer día de su embarazo pierden la protección de sus parejas y pasan al grueso sector de las madres solteras, aquellas que son padre y madre de sus hijos.

Otros siendo cultivados y crecidos en hogares bien conformados, al paso de los años y formando nuevas familias comienzan a olvidarse de sus existencia, llegando incluso de confinarlos en asilos o darles el peor trato en los últimos días de sus vida.  Cómo es que la ingratitud hace todo eso.

En ese marco también hay estadísticas que nos alarman en nuestra ciudad y región: la comisaría reporta que en lo que va del presente año se han suscitado casi 600 agresiones a mujeres madres, la mayoría de ellos por sus parejas en estado de ebriedad y hay más de 1,500 casos de violencia familiar que se procesan en la Físcalía de la Mujer. Cifras para meditar.

Pero en el horizonte de lo  bueno, también hay hijos agradecidos que todos los días con su respeto hacen honor al mandamiento cristiano del «Honrarás a tu padre y a tu madre», benditos ellos.

Con estas reflexiones nos permitimos ahora en saludar a las madres peruanas y ancashinas, y muy especialmente a nuestras madres lectoras, implorando al Señor que siempre las bendiga.

Madre hay una sola.  ¡Feliz Día de la Madre!

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