El nivel de “achoramiento” llegó ayer a su máxima expresión cuando la representación aprofujimorista y sus furgones de cola de Contigo, Acción Republicana y Alianza para el Progreso decidieron “pechar” al Ejecutivo mandando al canasto –vía express- el proyecto de adelantar las elecciones.
Previo a esto, Rosa María Bartra, fiel ventrílocua de su asesora Martha Chávez se esmeró en dilatar los plazos al máximo para luego en tiempo récord enviar al archivo e incluso desdiciéndose de que esperaban el pronunciamiento de la Comisión Venecia.
La representación extranjera ya le había jalado la alfombra cuando a través de sus delegados adelantaron que no estaba en su competencia pronunciarse sobre la constitucionalidad del adelanto de elecciones. Al estilo de la década de los 90, con práctica autoritaria prefirieron en no ir al pleno, sorprendiendo incluso a los propios constitucionalistas (incluso alguno de ellos que se oponen a la propuesta de Vizcarra).
Es que la urgencia está en que cuando pierdan el poder –al que se aferran- se les viene la noche por las vinculaciones de corrupción que se siguen evidenciando y entonces es necesario traerse abajo al presidente Vizcarra, cortar las investigaciones de Lava Jato y mantener sus mafiosos privilegios.
El país está indignado. Ayer ya salieron los ciudadanos en las primeras marchas. Para hoy el presidente Vizcarra anuncia otro consejo de ministros extraordinario y es probable -que vía cuestión de confianza- finalmente se proceda al reclamado cierre del Congreso.
Realmente es doloroso comprobar el extremo al que se ha llegado. No queda otra, ya el pueblo el pasado 7 de octubre se pronunció por las reformas, que la mayoría aprofujimorista y oportunistas camaleónicos han desnaturalizado por completo y se dedican desde el Parlamento hacerle la vida a cuadritos al Ejecutivo.
La nueva batalla está en las calles, como cuando en 1977 –vía movilizaciones- se obligó al gobierno militar a convocar a elecciones, o en el año 2000 obligó a la renuncia de Fujimori que se a través de una elección mafiosa se había reelegido por tercera vez.
Como diría un estribillo popular “Ellos mismos se lo han buscado”. El pueblo los puso; ahora él mismo, los sacará.