Hasta ahora más han sido las palabras y los gestos que los hechos concretos: no se ha movido ni una piedra para las prometidas construcciones de los nuevos hospitales de Huaraz y La Caleta de Chimbote, todo por obra y gracia de las autoridades en dejar las cosas a la improvisación y que la inercia lo arregle todo, sin proactividad y el trabajo en equipo que son necesarísimos cuando se gobierna.
Es imperativo que los gobernantes regionales entiendan que no son el Superman sino personas humanas que tienen que acostumbrarse a trabajar en equipo y no incurrir en lucimientos personales y minimizar los aportes. Eso ha sido dañino: los personalismos de César Álvarez, Waldo Ríos y Enrique Vargas , Luis Gamarra y Juan Carlos Morillo lo pintan de cuerpo entero.
Alvarez tuvo la mejor intención de construir el nuevo hospital, pero cuando se topó con una férrea oposición lejos de buscar la concertación se fue al choque y el resultado fue funesto, no hay nada. En aquella oportunidad ante las observaciones por la elaboración del expediente técnico y especialmente por la falta de un plan de contingencia que fue observado, motivó incluso una medida cautelar judicial que finalmente quedó sin efecto por el Tribunal Constitucional, pero por las polarizaciones políticas, sólo en eso quedó.
Llegó la oportunidad a Waldo Ríos Salcedo, que lejos de proyectarse a un nuevo hospital solo remendó el actual con refacciones aún no culminadas al cien por ciento y con demoras tan largas. Claro no había COVID, sino ya lo habrían fusilado.
Vargas y Gamarra, tampoco le dieron importancia a los hospitales de las dos ciudades más importantes y referentes de la costa como de la sierra. La Salud, no fueron sus prioridades pero sí hacerse del clientelaje político, las obras de carácter municipal donde se podían atender los favores de muchos consejeros regionales –que de noche a la mañana se hicieron de propiedades, con honrosas excepciones- mientras el gran proyecto seguía durmiendo en los intentos.
Campaña 2018, Juan Carlos Morillo (SP) gana las elecciones con una gigantografía prometiendo un hospital incluso de carácter oncológico, con motivadores spots, y luego de ganar y ante la campaña periodística recordándole sus ofrecimientos electorales, compra el terreno para La Caleta en Chimbote y en Huaraz -el 24 de octubre del año pasado- da inicio a la elaboración de un perfil, cuyo resultado o conclusión sólo él lo sabe, porque hasta ahora no hay nada explicativo sobre el caso.
Y lo peor de todo esto es que los demás actores como la sociedad civil (el FEDIP), los alcaldes de Independencia y Huaraz, los consejeros por Huaraz, las direcciones de Salud y el propio Hospital y las demás fuerzas gremiales y deontológicas guarden un silencio cómplice y no son enfáticos ni buscan que éste convoque a una reunión de alto nivel, donde se incluyan también a los parlamentarios (que no pueden seguir pasando piola); no se aprovecha hasta ahora el reciente ofrecimiento presidencial de Vizcarra, el 31 de mayo, cuando en su visita a Huaraz ofreció consolidar un nuevo nosocomio.
El drama de no saber en equipo está allí: cada quien caminando por su lado, dejando que sólo la Divina Providencia haga lo que ellos están obligados a hacer, si no pueden renuncien. Señores, la capital regional y la ciudad de Chimbote, merecen un hospitales de primera, LA SALUD ESTÁ PRIMERO.