La carretera que une Caraz con Huallanca, considerada como una de las rutas más peligrosas del mundo por The History Channel, es uno de los principales atractivos turísticos del Callejón de Huaylas, sus 35 túneles y la verticalidad de sus precipicios son admirados y muy frecuentados por los amantes de las rutas extremas.
Después de atravesar la ciudad de Caraz, uno puede apreciar la amplia campiña con variedad de frutas que se extiende hasta el distrito de Mato, posteriormente se ingresa a una carretera cada vez más angosta y de una sola vía, de pronto aparecerán los primeros túneles, cortos al inicio, pero luego más extensos y oscuros a medida que uno avanza.
La primera vez que visité esta ruta en 1996, quedé impactado y sentí al máximo la adrenalina, la carretera es estrecha y está cimentada sobre los abismos de un gran Cañón que tiene una longitud de 3 km aproximadamente, en su garganta hay una distancia de 12 metros que separa la Cordillera Negra con las rocas de la Cordillera Blanca.
Ahí los vehículos usan obligatoriamente las luces reglamentarias para advertir su circulación a las unidades que vienen en sentido contrario. Si en ese trayecto uno se encuentra con otra movilidad, debe esperar al inicio o al final de cada túnel para brindar el pase respectivo, también hay que tener mucho cuidado con el tránsito de vehículos de transporte pesado.
A medida que uno avanza por el extremo izquierdo, se aprecia, como si de una ventana del cerro cayeran chorros de agua desde el otro extremo del cañón, por cuyo túnel llevan la mayor parte de las aguas del río Santa para la central hidroeléctrica del Cañón del Pato. Una obra que fue concebida por el sabio ancashino Santiago Antúnez de Mayolo en 1915, pero que fue cristalizada todavía en 1958 durante el gobierno del presidente Manuel Prado. Al principio tenía una capacidad de 50 MW pero después de varias ampliaciones ahora tiene una capacidad de 263 MW y está interconectado al Sistema Eléctrico integrado Nacional.
Por otro lado, según los historiadores, esta importante vía de comunicación que une Caraz con Chimbote, fue construida para integrar la gran red ferroviaria que uniría Chimbote, Huallanca, los pueblos del Callejón de Huaylas y culminaría en Recuay, posteriormente se ampliaría hasta Huánuco. Sin embargo, en 1945 solo se inauguró de Chimbote a Huallanca, quedando pendiente el resto de la vía, que nunca se concretizó por la corrupción de la época. Con el sismo de 1970, el 60% de la infraestructura ferroviaria quedó dañada y de esta forma terminó el sueño del tren que uniría la costa con la zona andina de Ancash.
Hace unas semanas, recorrí nuevamente esta vía, iba acompañado de un familiar, quien viajó por primer vez por esta ruta, al inicio el viaje prometía ser normal, cielo azul, valle verde y en compañía de las aguas del río Santa, pero en cuanto empezamos a pasar los primeros túneles, noté la zozobra de mi acompañante, la misma que sentí la primera vez que atravesé este desértico lugar.
“¡Bárvaro, bárvaro, despacio, despacio, no corras mucho!” eran a menudo sus expresiones; mientras bajé la velocidad, otra unidad que venía detrás con sus luces pidió pase, después que le cedí, esta desapareció a toda velocidad entre los túneles. Pensé entre mí que se trataría de alguien que conocía muy bien la ruta para circular a esa velocidad. En esta carretera se han presentado muchos accidentes, mayormente por exceso de velocidad.
Más tarde, mientras atravesaba lentamente los túneles, también encontré algunos vehículos detenidos, en tanto, su tripulación, al borde de la pista, se sacaba alguna toma fotográfica del cañón y del resto de las aguas del río Santa que discurrían en sus profundidades; sin duda, cada visitante puede vivir a su manera esta experiencia por la carretera al Cañón del Pato. Donde incluso en temporada alta de turismo, se practican deportes como de escalada en roca y otros.
Finalmente, cuando salí del último túnel extenso, sentí que el peligro terminó y avizoré a poca distancia la ciudad de Huallanca, considerada también como la “Ciudad Luz”, porque desde allí y los pueblos aledaños se genera energía eléctrica para muchas ciudades del Perú.
Así es la ruta del Cañón del Pato, estrecha, vibrante, impactante, oscura en sus túneles, pero que despierta mucha adrenalina y entretenimiento para los amantes de las rutas extremas del Perú y el mundo.
(*) Por Alex Cordero, periodista y escritor