La señora Margarita Guerrero Cena, una madre de familia de 50 años, se vio obligada a caminar 40 kilómetros desde el remoto caserío de Vinchamarca en el distrito de Moro hasta el Juzgado de Paz en el distrito de Nepeña. Su objetivo: participar en una audiencia de demanda de pensión alimenticia en favor de sus dos hijas menores, de 3 y 6 años de edad.
Sin recursos para los pasajes ni las necesidades básicas de sus pequeñas, Margarita emprendió este largo y agotador viaje a pie, cargando entre sus brazos a sus hijas en varios tramos del recorrido debido al agotamiento que mostraban tras la larga caminata.
La situación se volvió aún más desafiante cuando, durante la audiencia, se enfrentó a la barrera del idioma: Margarita es una mujer quechua hablante y no habla español. Con lágrimas en los ojos, ella no pudo lograr que la entiendan, por lo que tuvieron que convocar a un ciudadano quechua hablante de la zona para actuar como intérprete y así llevar a cabo la diligencia.
Narrando su difícil realidad al juez, Margarita expresó la urgente necesidad de recursos económicos para satisfacer las necesidades básicas de sus hijas, quienes a menudo solo se alimentan una vez al día con una sopa de papas o camotes que ella misma cultiva en las chacras de sus vecinos en la zona.
A pesar de los obstáculos y la ausencia del padre de sus hijas, quien reside en una zona alejada y no se presentó a la audiencia, Margarita anunció con determinación que caminará las veces que sea convocada, hasta lograr una pensión que brinde algo de tranquilidad a sus pequeñas y obtener la justicia que su familia merece.
Con información de: Walter Henry Diaz Alvan