Por Gianfranco Ferrari, gerente general de Credicorp y miembro de EsHoy
Contenido previamente publicado en la revista Semana Económica
El expresidente Pedro Castillo ganó las elecciones con un slogan potente: “No más pobres en un país rico”. Una ambición que la gran mayoría de peruanos desea. Sin embargo, los resultados del gobierno de Perú Libre, primero encabezado por Castillo y, ahora, por Dina Boluarte, parecen tener como objetivo lo contrario. Y el aumento de la pobreza es quizás el indicador más grave de esta situación.
Según la data publicada, no solo no hemos regresado a los niveles prepandemia, alcanzados tras 15 años de constante reducción de la pobreza entre el 2004 y el 2019, sino que hemos descendido a los niveles del 2010. Y la situación es más crítica en regiones como Cajamarca o Loreto, donde la tasa de pobreza supera el 40%.
El principal motor de la reducción de la pobreza de este siglo, y del mejoramiento de la calidad de vida, ha sido el crecimiento económico, impulsado por la inversión privada, que representa el 80% de toda la inversión. Por eso, para enmendar el rumbo es imperativo recuperar la confianza. Confianza en nuestros representantes, líderes, instituciones, empresas, compatriotas. Lamentablemente, esto no parece ser la prioridad de las autoridades.
Y si bien mucha de la responsabilidad de esta situación recae en el Estado, los empresarios, y el sector privado en general, no podemos mirar de costado o limitarnos a señalar culpables. Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de aportar al debate, capacidades que compartir e incluso proyectos de impacto social que emprender.
Como estamos, vamos hacia más pobres en un país pobre. No permitamos que ello suceda.