Dos jóvenes escaladores del Centro de Estudios de Alta Montaña (CEAM) protagonizaron una destacada gesta al alcanzar la cumbre del Huascarán, la montaña más alta del Perú con 6768 metros sobre el nivel del mar, por la desafiante «Ruta del Escudo», informó este fin de semana la entidad.
Alma Roblin y Elmer Vargas, ambos estudiantes comprometidos con el estudio y la práctica del alpinismo, llevaron a cabo una expedición que no solo desafió los límites físicos, sino que también exigió un alto nivel de habilidad técnica y resistencia.
La «Ruta del Escudo» es conocida por su dificultad extrema, presentando una pared de hielo de aproximadamente 500 metros con inclinaciones que alcanzan los 70 grados. Esta vía implica no solo el dominio de técnicas avanzadas de escalada en hielo, sino también una meticulosa planificación logística y un ajuste constante a las condiciones climáticas variables de la alta montaña.
La travesía comenzó en el pueblo de Mancos, ubicado a 3500 metros sobre el nivel del mar, donde los escaladores iniciaron su ascenso hacia el refugio del Huascarán, a 4623 metros. Desde este punto, continuaron hacia el campo base a 5300 metros, donde prepararon meticulosamente el equipo y estudiaron las condiciones de la ruta con binoculares, una práctica crucial para evaluar las grietas y las posibles rutas de ascenso.
El tercer día de la expedición, Alma y Elmer avanzaron hacia el campamento improvisado en la Ruta del Escudo, ubicado a 6500 metros de altitud. Este tramo de la ascensión involucró abrir huella en la nieve profunda, sortear numerosas grietas y superar la rimaya, una grieta profunda y ancha en el glaciar. Luego, enfrentaron la escalada de múltiples largos en la pared de hielo, una tarea que demandó resistencia física y mental durante horas seguidas de esfuerzo intenso.
Al llegar a la arista final, los escaladores montaron campamento en condiciones extremadamente frías y hostiles, asegurando su posición para el asalto final a la cumbre. A las 2:00 p.m. del día siguiente, alcanzaron la cima del Huascarán, un logro significativo que recompensó meses de preparación y entrenamiento riguroso.
El descenso por la ruta normal incluyó el uso de técnicas de rápel para descender con seguridad por las secciones más empinadas y técnicas del recorrido. Llegaron al refugio del Huascarán cerca de las 11:00 p.m., completando así un ciclo épico que probó su habilidad y resistencia en una de las montañas más exigentes de los Andes.
Alma Roblin, al expresar su gratitud hacia la montaña y el equipo, destacó la experiencia invaluable y el aprendizaje profundo que acompañan a cada expedición. A pesar de los desafíos enfrentados, incluyendo la pérdida temporal de visión en uno de sus ojos debido a las condiciones extremas, los escaladores demostraron su dedicación y pasión por el alpinismo de alto nivel.
La ascensión al Huascarán por la Ruta del Escudo no solo refuerza la reputación del CEAM como una institución comprometida con la excelencia en el alpinismo y la formación de jóvenes escaladores, sino que también enaltece la riqueza natural y la magnificencia de las montañas peruanas.