En una reciente entrevista, Marta Guillén Mendoza, jefa de la Oficina Desconcentrada de Servicios de la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (SUNASS), reveló que más de 300,000 personas en las zonas rurales de la región consumen agua poco tratada, lo que significa que 8 de cada 10 personas beben agua de baja calidad. Ante esta preocupante situación, Guillén hizo un llamado a un esfuerzo multisectorial para reducir esta brecha y enfatizó la importancia del programa «Cloro que Sí», orientado a sensibilizar sobre el uso de cloro en el tratamiento del agua.
El objetivo de «Cloro que Sí»
Guillén explicó que la campaña «Cloro que Sí» busca concientizar a la población sobre la importancia de consumir agua segura y el derecho a recibir servicios adecuados en su localidad. «Es fundamental que los prestadores de servicios de saneamiento comprendan la importancia de usar cloro para garantizar agua segura para consumo humano», subrayó. Además, la campaña pretende desmitificar la idea errónea de que el agua clorada es perjudicial para la salud, resaltando que el cloro ayuda a eliminar bacterias, virus y otros patógenos que pueden causar enfermedades como diarrea y cólera.
El impacto del agua no clorada en la salud pública
Guillén destacó que el acceso limitado a servicios de salud en áreas rurales hace que el uso de cloro en el agua sea crucial para prevenir enfermedades infecciosas. «El uso de cloro no solo previene enfermedades, sino que también contribuye a reducir la desnutrición y anemia infantil», indicó. Según datos del 2022, el 40% de los niños en el ámbito rural de la región presenta anemia, situación que podría mejorarse significativamente con acceso a agua tratada adecuadamente.
Más de 4.6 millones de habitantes de las zonas rurales del país, es decir el 75.2 % de la población en dicho ámbito, consume agua con un nivel inadecuado de cloro, según la Encuesta Nacional de Programas Presupuestales 2023, lo que los expone a enfermedades infecciosas, anemia y desnutrición infantil, entre otras.
En el Perú, la anemia afecta a 5 de cada 10 niños en el área rural y una de las principales causas es la falta de acceso al agua clorada. De acuerdo con publicaciones del libro El Buen Dato Sunass, el acceso a agua segura reduce en 22 % la probabilidad de que los niños sufran de anemia, enfermedad que les impide desarrollar su capacidad física y cognitiva.
En tanto, la cloración del agua ayuda a eliminar bacterias, virus y otros patógenos que pueden causar enfermedades infecciosas, como la diarrea y el cólera. Al respecto, según la referida publicación, la incidencia de casos de diarrea se reduce en 24 % cuando los hogares rurales consumen agua segura.
Además de los diversos factores económicos que conllevan a un inadecuado proceso de cloración existen mitos sobre el uso del cloro para desinfectar el agua cruda, que lo asocian a enfermedades como el cáncer, caída del cabello, entre otros.
¡Cloro que sí!
Ante esta realidad, la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass) lanzó la campaña ¡Cloro que sí!, que busca promover que la población tome conciencia sobre el valor de tener agua segura y ejercer su derecho a recibir una adecuada prestación del servicio. Asimismo, contribuir a reducir la creencia de que el agua clorada es dañina para la salud de las personas.
La Sunass, como organismo regulador, tiene entre sus funciones la fiscalización de los prestadores rurales y uno de los aspectos que se monitorea es el adecuado proceso de cloración. A julio de 2023, la entidad realizó 4 298 caracterizaciones a estos prestadores, lo que comprende a una población de más de 2 millones de habitantes.
Las caracterizaciones permiten evaluar el estado del abastecimiento del agua para consumo humano, tras lo cual se ofrecen recomendaciones para mejorar la operación de los sistemas de agua, como el adecuado proceso de cloración. Además, se realizan talleres regionales para que las organizaciones comunales aprendan las mejores prácticas en la gestión del agua.
No hay evidencia científica que afirme o sustente que el cloro genera enfermedades o condiciones perjudiciales para las personas que tienen contacto directo con el agua. Por el contrario, según el Ministerio de Salud (Minsa) y también por evidencia científica internacional, el consumo de agua segura evita las enfermedades gastrointestinales (cólera, disentería, etc.).