En el marco del Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos, el Tanta Wawa cobra vida como una expresión de fe y tradición en diversas regiones de la sierra peruana. Este pan, cuyo nombre proviene del quechua donde tanta significa pan y wawa hace referencia a un niño o muñeco, es un símbolo de conexión entre los vivos y aquellos que han partido.
El Tanta Wawa se elabora con harina de trigo, decorado con caramelos y dulces coloridos que lo convierten en una pieza de arte comestible. La elaboración es artesanal y su forma más tradicional es la de un bebé, pero se encuentran también figuras de toros, campesinos, trenzas, caballos y palomas, que representan aspectos simbólicos de la cultura andina. Cada región aporta su estilo particular, especialmente en lugares como Áncash, Cusco, Huancavelica, Huancayo y Ayacucho, donde esta tradición está profundamente arraigada.
Además de ser un pan dulce, el Tanta Wawa tiene un papel importante como ofrenda en las ceremonias dedicadas a los difuntos. Las familias preparan estos panes para colocarlos en altares junto a otras comidas y bebidas, como parte de una ofrenda para honrar y recordar a sus seres queridos. Esta práctica no solo fortalece los lazos familiares y comunitarios, sino que también destaca la importancia de conservar tradiciones que perduran en el tiempo.