En Áncash, seis de cada diez personas viven en condiciones de pobreza o vulnerabilidad económica, de acuerdo con los datos más recientes del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La Red de Estudios para el Desarrollo (REDES) ha puesto en agenda estas cifras al advertir que la región enfrenta una situación estructural preocupante, donde la precariedad ya no es marginal, sino el punto de partida para la mayoría.
Según los datos oficiales, cerca de 274 mil ancashinos ya están en situación de pobreza, mientras que otros 435 mil se encuentran en riesgo de caer en ella debido a la informalidad laboral, el aumento sostenido del costo de vida y la limitada cobertura de servicios esenciales. En conjunto, estos grupos representan al 59 % de la población regional.
Aunque el INEI reportó una leve mejora en los indicadores —una reducción de 2.2 puntos porcentuales respecto a 2023—, REDES advierte que esto responde más a un “efecto rebote” tras un año económicamente negativo, que a un cambio de fondo.
“El aumento en los ingresos ha sido mínimo y el costo de vida sigue subiendo. Si seguimos avanzando tan lento, podrían pasar 20 años para volver al nivel de pobreza de 2019”, señaló César García, economista de REDES.
Uno de los principales factores que perpetúan esta realidad es el escaso acceso al empleo formal y digno. El informe de REDES, basado en el análisis del INEI, señala que el 98 % de las personas en pobreza extrema se desempeñan en la informalidad, con ingresos que no alcanzan a cubrir ni la canasta básica de alimentos, actualmente valorizada en S/ 1,024 mensuales por familia.
La situación es especialmente crítica en las zonas rurales, donde menos del 20 % de los hogares tiene acceso a internet y solo el 17.3 % cuenta con agua segura, lo que limita gravemente el desarrollo humano, el aprendizaje escolar y las oportunidades de inclusión económica.
Un llamado a repensar la estrategia contra la pobreza
Para REDES, revertir esta situación exige más que crecimiento económico: se necesita una estrategia pública integral que cierre brechas y promueva sectores productivos con impacto real en el empleo.
“No se trata solo de aumentar la inversión, sino de hacerlo de manera estratégica, con reglas claras, estabilidad política y colaboración público-privada. Sin empleo formal y bien remunerado, es prácticamente imposible reducir la pobreza”, advirtió García.
A nivel nacional, el umbral de pobreza se calcula tomando como referencia una línea de gasto mensual por hogar. Actualmente, las familias con gastos por debajo de S/ 1,816 son consideradas en condición de pobreza.
Pobreza como punto de partida
REDES advierte que, en el contexto actual, cualquier evento adverso —una enfermedad, la pérdida de empleo o una mala cosecha— puede empujar a miles de ancashinos vulnerables a una situación crítica. Sin políticas eficaces y sostenidas, la pobreza seguirá siendo un círculo difícil de romper en la región.
“En Áncash, la pobreza ya no es una condición extrema. Es el punto de partida de la mayoría”, concluye el análisis. Una afirmación que evidencia que la precariedad no es una excepción, sino la realidad cotidiana de cientos de miles de familias que sobreviven entre ingresos informales, servicios básicos insuficientes y oportunidades limitadas.

