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Huaraz tiene un barrio que se pintó a sí mismo: así renace Shancayán desde su historia

En uno de los barrios más antiguos y empinados de Huaraz, las escaleras del sector San Martín, en Shancayán, han dejado de ser simples rutas de tránsito para convertirse en una galería a cielo abierto que rinde homenaje a la migración, la resistencia y la identidad cultural.

El proyecto “Ríos de Color: Murales de la Migración” transformó veredas y muros en escenarios donde el arte reemplaza al olvido. A través de trazos, símbolos y colores vibrantes, se tejió una narrativa visual que resignifica el espacio público desde la experiencia de las familias migrantes que han dado vida a este barrio desde hace décadas.

Gestado desde la Casa Cultural Shancayán, el proceso contó con la participación de muralistas ancashinos, vecinos del sector, voluntarios, estudiantes de la I.E. Jesús Nazareno y docentes. Fue respaldado por el Ministerio de Cultura, a través del fondo de Estímulos Económicos para la Cultura 2024, y recibió también el apoyo de la Municipalidad Distrital de Independencia. La comunidad tuvo un rol clave: muchos ofrecieron sus fachadas, compartieron historias o sumaron brochas y pintura a la jornada.

Durante varias semanas, el proyecto se desarrolló desde el diálogo y la colaboración. Las ideas surgieron en talleres creativos, caminatas barriales e intercambios con los residentes. Así se construyó una ruta mural que hoy atraviesa la avenida Eucaliptos, el jirón Palmeras, el pasaje Las Rocas y las calles Los Cerezos Alto y Bajo, hasta llegar a la calle Trébol.

La intervención fue más allá del embellecimiento: abordó, desde la plástica y el simbolismo, temas profundamente ligados a la vida en Shancayán, un barrio históricamente habitado por familias migrantes del Callejón de Huaylas, Conchucos y otros sectores rurales de Áncash. Cada mural refleja fragmentos de la memoria popular, la experiencia del desarraigo, las raíces culturales y la necesidad de reconstrucción identitaria desde lo comunitario.

Uno de los aspectos más valorados por los organizadores fue el encuentro entre generaciones. A lo largo del proceso, estudiantes, artistas y vecinos compartieron espacios creativos donde se reconocieron mutuamente como actores fundamentales del barrio. “No solo pintamos paredes, pintamos nuestra historia”, señalaron algunos jóvenes participantes.

El nombre del proyecto, “Ríos de Color”, evoca la migración como un flujo constante de vida, y el color como una respuesta frente al olvido. Los murales no solo decoran: interpelan, conectan y cuentan lo que muchas veces no se dice en voz alta.

Este sábado 7 de junio se celebrará el recorrido inaugural de la ruta mural, con el acompañamiento de una roncadora tradicional que aportará ritmo y memoria sonora a la jornada. Más allá de la fecha, lo que queda es una intervención que afirma que el arte sí transforma cuando nace desde el barrio.

Lejos de quedarse en lo decorativo, el proyecto propuso un uso simbólico y crítico del espacio público. Hoy, los muros hablan. Y lo hacen desde el orgullo barrial, desde la historia migrante, desde la esperanza de una comunidad que se reconoce a través del arte colectivo.





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