La UNASAM llega a un momento crucial de su historia reciente. Este jueves, en un auditorio abierto y con transmisión en redes, los cuatro aspirantes al rectorado tendrán la oportunidad —y la obligación— de mostrar si están preparados para liderar la universidad más importante de la sierra de Áncash en medio de una profunda crisis de confianza.
Javier Sotelo Montes (Compromiso y Transparencia), Fernando Castillo Picón (Santiaguinos de Corazón), Edwin Palomino Cadenas (UNASAM para el Mundo) y Henry Garrido Angulo (Unidos por la UNASAM) deben responder con hechos a problemas que se han vuelto crónicos: una burocracia lenta, que limita el impacto de los millones que llegan por canon; y una ejecución presupuestal rezagada, especialmente en infraestructura, equipamiento e investigación.
Otro reto ineludible es la generación de ingresos propios. A diferencia de universidades públicas y privadas que han diversificado recursos con diplomados, educación continua o servicios especializados, la UNASAM sigue dependiendo casi por completo de las transferencias del Estado. Sus centros de producción, inactivos o deficitarios, simbolizan una oportunidad desperdiciada que la próxima gestión no puede seguir postergando.
La investigación, aunque abundante en cantidad, rara vez aterriza en soluciones concretas para la región. Áncash necesita ciencia aplicada a sus problemas —agua, cambio climático, agricultura de altura, minería responsable— y no trabajos que se acumulan en repositorios sin trascendencia práctica.
La proyección social también está en deuda. Mientras universidades privadas como la César Vallejo han logrado mayor presencia en barrios, comunidades y medios, la UNASAM ha cedido espacios que le corresponden por historia y por misión. Recuperar ese vínculo es urgente si quiere volver a ser un verdadero referente regional.
El debate de este 26 de septiembre no puede convertirse en un ritual protocolar ni en un concurso de slogans. La comunidad universitaria tiene derecho a escuchar compromisos verificables, con metas y cronogramas claros. Cómo se acelerará la ejecución del canon, cómo se pondrán en marcha los centros de producción, qué medidas devolverán el protagonismo académico y social: esas son las respuestas que se esperan.
En tiempos en que el mundo habla de inteligencia artificial y economía del conocimiento, la UNASAM no puede seguir atrapada en la burocracia ni en diagnósticos repetidos. Su reto es convertirse en motor de desarrollo regional con innovación, productividad y vinculación real con Áncash. El futuro de la universidad —y de quienes decidan este jueves su rumbo— depende de si se atreve a dar ese salto.

