De un aula con cinco estudiantes a una década de educación: Alfred Nobel cumple 10 años en Huaraz
La institución educativa Alfred Nobel conmemoró su décimo aniversario en Huaraz con actividades culturales y deportivas, recordando un camino de perseverancia que empezó con apenas cinco alumnos en Carhuaz y hoy forma a nuevas generaciones con un modelo educativo que apuesta por la comunidad.
Hace diez años, en medio de expectativas y temores, un grupo de maestros y familias apostó por un nuevo sueño educativo en Huaraz: el colegio Alfred Nobel. Hoy, esa apuesta celebra una década de vida institucional, marcada por caídas, aprendizajes y logros que reflejan la fuerza de una comunidad que creyó en la educación como motor de cambio.
El aniversario no fue solo una fiesta, sino una mirada atrás al camino recorrido. Hubo concursos de escoltas, campeonatos de ajedrez, jornadas deportivas y la elección de la Miss y Míster Nobelianos, pero lo más valioso fue el reconocimiento a quienes hicieron posible que un proyecto que nació pequeño se convirtiera en una institución sólida.
“Todo comenzó en Carhuaz, hace 17 años, cuando fundamos una academia con apenas cinco estudiantes. Se llamaba Círculo de Excelencia y allí empezó nuestro sueño”, recuerda Carlos Cántaro García, promotor de la corporación educativa Alfred Nobel.
Sin embargo, el camino no estuvo libre de tropiezos. “El primer intento de abrir un colegio en Huaraz no funcionó. Fue un golpe duro, tuvimos que cerrar y parecía que todo terminaba ahí”, confiesa Cántaro.
Pero la historia no quedó en ese fracaso. Cinco años después, el sueño volvió a levantarse. “Decidimos intentarlo otra vez, con más experiencia y con la certeza de que la educación es una misión social. No fue fácil, pero cada dificultad nos dio la fuerza para seguir”, asegura.
Hoy, el colegio Alfred Nobel en Huaraz y la academia en Carhuaz son el resultado de esa perseverancia. “Ver a nuestros estudiantes crecer y a las familias confiar en nosotros es la mejor recompensa. Este aniversario no celebra solo 10 años, celebra la resiliencia de un proyecto que nunca se rindió”, concluye Cántaro.
La historia del Alfred Nobel recuerda que la educación no es solo un servicio, sino un acto de fe social. Cada tropiezo y cada logro muestran cómo la perseverancia de un grupo de personas puede transformar la vida de cientos de estudiantes y sus familias en la región.