El analista económico Luis Natividad Serna advirtió que el crecimiento del PBI 2025 podría verse afectado por el ascenso del sicariato y las movilizaciones sociales, fenómenos que además alejan a los inversionistas y tienden a generar un aumento del desempleo. Estas advertencias plantean un panorama inquietante para la economía peruana en el corto plazo.
Según Natividad Serna, los indicadores económicos están muy influenciados por las expectativas de la población, tanto del sector empresarial como del laboral. Si estas expectativas se vuelven negativas, la inversión privada se retrae, disminuyendo así las oportunidades de empleo formal. En ese contexto, el rol del Estado es clave para proveer un ambiente de estabilidad que fomente la confianza de los inversionistas.
El analista sostiene que los disturbios y paralizaciones en Lima y otras ciudades ya empezaron a reflejarse en menor interés por invertir. Bajo ese escenario, la proyección de crecimiento de 3 % a 3,5 % para el PBI en 2025 podría imponerse a la baja. Esto repercute también en expectativas laborales, exportadoras y salariales, vinculadas directamente con la coyuntura de inseguridad.
Los bloqueos recurrentes y protestas también afectan directamente el aparato productivo: reducen la transitabilidad, limitan las horas laborales y frenan la producción. “Antes había paros uno o dos al año; ahora se observan de forma intercalada, incluso semanalmente”, señaló. Esa dinámica debilita la productividad y socava los planes de crecimiento en las empresas.
No obstante, Natividad Serna resalta que Perú cuenta con cierto margen de fortaleza gracias al manejo monetario. Asegura que la política monetaria respaldada por una moneda relativamente estable ha ayudado a contener impactos externos. Sin embargo, advierte que eso no basta: la política fiscal del Estado debe actuar para ofrecer estabilidad, normativas claras y seguridad que llamen al retorno de capitales privados.
Para el economista, lo que está en juego va más allá del crecimiento económico. El panorama social —la inseguridad, las protestas, la inestabilidad institucional— incide directamente en las cifras macroeconómicas y podría desencadenar una espiral negativa si no se adoptan acciones conjuntas.

