El caso de Rosa Pérez Peña, la mujer que dio a luz en plena carretera, abre un toque de alarma a la situación en que en materia vial y sanitaria nos encontramos en Ancash; pese a los millones de soles recibidos por canon minero estos dos aspectos para la vida región no han sido resueltos y siguen tan igual o peor que antes.
El centro de salud de Yanama pese a contar con un un presentable local, no cuenta sin embargo con lo más elemental: equipamiento y personal estable que atienda a los ciudadanos que requieren de atenciones inmediatas. Los que laboran mayormente son foráneos y se ausentan constantemente y como no hay quien los controle, la calidad de los servicios está por los suelos. A ello se suma el manoseo político que existe en los traslados y destaques que no tienen ninguna consideración a las poblaciones más que el amiguismo o el carnet partidario. Este mismo problema se replica en la mayor parte de los distritos y provincias donde los llamados «centros de atención primaria» simplemente existen en la teoría pero su práctica es inexistente, salvo honrosas excepciones.
Las redes de Salud también andan a la deriva, en el papel éstas tendrían que ser los entes que permanentemente monitoreen el funcionamiento de los establecimientos a su cargo, pero tampoco tienen estabilidad porque constantemente cambian de titulares, muchos de los cuales son personas improvisadas o son impuestas con criterio político pero no técnico, y el asunto todavía cobra más dramatismo cuando se proyecta a la propia Dirección Regional de Salud. Tenemos más empleados administrativos que operativos, todos ellos llegaron pintando paredes o haciendo campaña para el gobernador de turno.
Las Municipalidades que, por Ley, también tienen como competencia trabajar por las atenciones primarias de salud -en su mayoría- no apuestan por este rubro, concentrándose únicamente en la ejecución de obras de cemento en el entendido de que los proyectos de capital humano no generan los mismos réditos o diezmos que dan las obras de cemento. Los convenios que en esa materia salud y comunas debieran celebrar no se dan y el trabajo se da en solitario y quien paga el pato: el pueblo.
Volviendo al caso central que motiva el presente comentario, el otro componente es el estado de abandono en que se encuentran la mayoría de las carreteras. Normativamente se han establecidos presuntas responsabilidades distritales, provinciales, departamentales y nacionales, pero en la práctica esto sirve para finalmente todos los entes jueguen al gran bonetón. El asfaltado y/o mantenimiento de la vía Yungay-Llanganuco-Yanama-Llacma, sigue esperando desde hace muchas décadas atrás, abundan fotografías y muchas salivas se han derramado en discursos de su pronta ejecución, y en la práctica no hay nada. El actual gobierno regional cuyas cabezas ejecutivas lo integran Juan Carlos Morillo y Henry Borja Cruzado, llegaron al poder ofreciendo 3 mil kilómetros de carreteras, y hasta el momento no se ha consolidado ni un centímetro, tanto así por ejemplo que la vía por el sector Shilla (en el trayecto Carhuaz-Chacas) ha sido abandonada y la gestión regional ya está por culminar.
Que lo sucedido con Rosa Pérez Peña, sea el punto de inflexión para que las actuales autoridades regionales, sanitarias, viales y alcaldes recapaciten cuán estériles o fecundas son sus acciones y a los candidatos que aspiren a esos cargos se preparen no solamente para ganar las elecciones -ofreciendo el oro y el moro- sino fundamentalmente para sabernos gobernar y no seguir en improvisaciones.