Al hacer un recorrido histórico de nuestro largo trajinar en esta tierra de bóveda azul, desde la presencia inicial, hasta lo que somos ahora: Pueblo orgulloso de su pasado que se abre a la modernidad, en un escenario deslumbrante, encontramos una fecha que nos llena de orgullo: El día en que recibimos el honroso título “Muy Generosa Ciudad de Huaraz”.
Ligada a nuestro origen está la fulgurante estrella, visible en cada amanecer, considerada como deidad local por nuestros antepasados, los waras. Su imagen y esplendor sigue envolviéndonos. Hoy sabemos que se trata de Venus, el planeta gemelo de la tierra.
Nuestro pueblo precolombino, altamente civilizado y de vocación agrícola, sufrió la primera conquista de los incas y la segunda, de los españoles. Durante la colonia, en 1574, se produjo la REDUCCIÓN ordenada por el Virrey Toledo, concentrando a la fuerza, a los pueblos circundantes. No se trató de una CREACIÓN. Pensar que Huaraz nace en 1574, es negar nuestros antecedentes milenarios, es desconocer el dolor de nuestros ancestros que sufrieron la destrucción de sus viviendas y enseres. Vivimos en una época de globalización, en un mundo sin fronteras, donde hay buenas relaciones entre naciones. Somos una mezcla de razas y culturas; tenemos que abrirnos como las ramas del árbol para recibir nuevos rayos; pero siempre tenemos que tener en cuenta nuestra raíz profunda y no festejar un acontecimiento traumático que tardamos en superar,
Huaraz, siempre ha sido un pueblo amante de la libertad. Por ello, ofreció resistencia a los conquistadores y se convirtió en fermento de ideas patrióticas, gracias a las campañas de los precursores que sembraron en la conciencia de la gente, el anhelo de liberarse del yugo español. Por eso es que los huaracinos declararon su independencia, el 29 de noviembre de 1820, antes que San Martín proclamara la independencia nacional, el 28 de julio de 1821.
Para el éxito de la gesta libertaria, sin importarle los riesgos que corría ante la represión realista, la ciudadanía huaracina, en un acto de desprendimiento, entregó sus joyas y pertenencias, e incorporó a sus mejores hijos, al Ejército Libertador. Esto es lo que cantamos en nuestro himno: “De tus hijos, su sangre bendita, a la Patria logró libertar”.
Las Instituciones civiles y religiosas se despojaron de sus bienes materiales: Zurrones de plata, puertas de fierro, rejas, ventanas … y reunieron fondos y pertrechos para equipar al ejército que nos conduciría al triunfo final, sobre el vasallaje.
En reconocimiento a este dar y darse del pueblo huaracino, Tiburcio Arce y Barba, Alcalde Casma, elegido Diputado por Huaylas, propuso la Ley que fue admitida, debatida y aprobada por el Congreso Constituyente, presidido por don Hipólito Unánue. El Decreto fue promulgado el 18 de enero de 1823, por la Junta Gubernativa, presidida por don José De La Mar.
La fecha de celebración de este magno acontecimiento, fue instituida por el Concejo Provincial de Huaraz, durante la primera gestión del Alcalde, Pablo Romero Henostroza.
En respeto a la verdad histórica, hacemos estas precisiones:
Se trata de la “Muy Generosa”, sin el añadido de “noble” que errónea y tercamente lo hacen algunos ciudadanos.
No fue Bolívar el que nos adjudicó el título, ya que él recién llegó al Perú, en setiembre y declaró a nuestra zona como “tierra arrasada”, ordenando destruir las cementeras para evitar que los realistas se abastecieran, en caso de pasar por aquí. El pueblo de Huaraz, no esperó órdenes, sino voluntaria y solidariamente, colaboró con el Ejército Libertador. Acá está su grandeza y el fundamento para ser llamada “Generosa”.
Cabe preguntarse ¿Qué hemos hecho en estos ciento noventainueve años? ¿Seguimos siendo generosos?.La conmemoración de la fecha nos obliga a reflexionar, a hermanarnos interiormente y proyectarnos hacia el exterior, con actitudes dialogantes y prospectivas, sin egoísmos que frenan nuestro desarrollo. Expresemos nuestra gratitud a los precursores que sembraron en el corazón del pueblo, el ideal de Patria y Libertad. Su semilla germinó y brotó la flor del patriotismo. Su sangre derramada fructificó en nuestra tierra. No permanezcamos en deuda con ellos. Levantemos un obelisco con los nombres de nuestros libertadores. También nuestra gratitud a los que nos dieron el título, pensando en Huaraz, como una lección de entrega, de lucha por el Bien Común y de ejemplo de búsqueda de soluciones ante las dificultades y no sólo de culpables. Recordemos a Shakespeare que dice: “Nuestro destino no está en las estrellas, sino en nosotros mismos”.
(*) Nelly Villanueva Figueroa | profesora y escritora