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Editorial | Elecciones 2026: jurados instalados, partidos distraídos

Editorial

Editorial | Elecciones 2026: jurados instalados, partidos distraídos

El reloj electoral avanza, pero los partidos parecen más preocupados por aparentar masividad que por presentar propuestas serias.

El 12 de abril de 2026 el país elegirá a un nuevo presidente, senadores y diputados. Falta poco más de medio año, pero la política peruana parece atrapada en la improvisación. Mientras el calendario avanza y el Jurado Nacional de Elecciones empieza a instalar a los jurados electorales especiales en las regiones, los partidos siguen enredados entre cálculos, divisiones internas y espectáculos de campaña que dicen más de su desconexión que de sus propuestas.

En Áncash, la designación del magistrado Marcial Quinto al frente del jurado electoral especial de Huaraz marca un paso importante. Su trayectoria y percepción de integridad generan expectativa en una región donde la confianza en las instituciones ha sido golpeada una y otra vez. La ciudadanía espera que los jurados actúen con firmeza, corrigiendo errores y blindándose de cualquier intento de manipulación. La democracia no empieza el día de la votación, sino mucho antes, garantizando reglas claras y árbitros confiables.

En el lado político, el panorama es menos alentador. El partido Verde ha querido adelantarse con la presentación de Alex González en Chimbote. Sus voceros hablaron de 5,000 asistentes, pero el local apenas reunió a 800. Más allá de las cifras, el mensaje fue claro: esta vez las elecciones presidenciales parecen imponerse sobre las regionales, algo distinto a campañas anteriores donde los liderazgos locales marcaban la pauta. Por su parte, Fernando Olivera también hizo acto de presencia en Huaraz, aunque sin mayor eco.

El panorama de los demás partidos es, hasta ahora, gris. Perú Nación se ha desdibujado entre problemas internos, y en el caso de Perú Primero, la organización de Martín Vizcarra, todavía no hay definición de aspirantes al Congreso. Suenan nombres como el de la ex prefecta Eunice Dextre, pero nada está cerrado. Otros partidos —Renovación Nacional, País para Todos, Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Somos Perú y Podemos Perú— aún deben comenzar a visibilizarse si no quieren quedar fuera del juego. La fecha límite para las elecciones primarias está marcada para el 30 de noviembre, y el tiempo se agota.

La pregunta es inevitable: ¿qué ofrecen realmente estos partidos? Hasta ahora, muy poco. La pobreza, el desempleo juvenil, la inseguridad y la corrupción siguen siendo las preocupaciones centrales de la ciudadanía, pero lo que se escucha son eslóganes vacíos, promesas recicladas y planes de gobierno copiados y pegados. La política nacional se ha vuelto rehén de los números en encuestas y de la “cultura del TikTok”, donde prima la forma sobre el fondo.

Áncash no es un escenario menor en esta campaña. Chimbote, con su peso electoral, y Huaraz, como capital departamental, serán plazas de batalla decisivas. Pero mientras los actores políticos sigan más ocupados en aparentar masividad o negociar candidaturas, la región corre el riesgo de quedar, una vez más, relegada a ser espectadora de un juego político que no responde a sus demandas reales.

El tiempo corre, y el país necesita líderes capaces de enfrentar con seriedad los problemas que arrastramos desde hace décadas. Las elecciones no pueden reducirse a un concurso de popularidad. La ciudadanía de Áncash, como la de todo el Perú, espera propuestas concretas, compromiso genuino y respeto por las reglas. Lo contrario es repetir el círculo vicioso que nos mantiene atrapados en la inestabilidad.

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