A un año de concluir la actual administración municipal, Huaraz se encuentra atrapada en un tránsito que empeora cada día.
Nada sugiere que el colapso vial pueda revertirse pronto. Lo que hoy vemos es una mezcla peligrosa de inercia política, improvisación y una notoria ausencia de criterio técnico, presente tanto en la alcaldía como en el Concejo y las áreas operativas.
La gestión del alcalde Rosales parece repetir el mismo patrón de sus antecesores —Vladimir Meza, Alberto Espinoza Cerrón y Rory Mautino—: revisar normas mientras la ciudad sigue desordenada, sin ejecutar soluciones reales de ingeniería de tránsito.
La Ordenanza Municipal 014 es el emblema de ese error.
Técnicos y asesores legales del sector transporte coinciden en calificarla como un “mamarracho jurídico”, por sus contradicciones internas y errores conceptuales que confunden Terminal Terrestre con Estación de Ruta, definiciones esenciales para la planificación de rutas, carga, descarga y flujos vehiculares. Cuando una norma nace mal, solo puede reproducir caos.
La falta de gobernanza agrava todavía más el panorama.
En una reciente reunión promovida por la Policía Nacional del Perú —que sostiene casi sola el control operativo del tránsito en la ciudad—, dirigentes como Carlos Tarazona fueron directos:
la Municipalidad Provincial de Huaraz mantiene inoperativa la Comisión Técnica Consultiva, instancia donde autoridades, transportistas y especialistas deberían discutir soluciones basadas en estudios y evidencia.
¿Por qué no la convocan?
¿Temor al escrutinio técnico?
¿Desinterés?
La ciudad sigue sin respuestas.
Mientras tanto, el Concejo Municipal parece atrapado en una agenda paralela, discutiendo asuntos menores que no aportan al ordenamiento de la ciudad.
Si los regidores decidieron incrementarse las dietas, lo mínimo es esperar producción normativa seria y útil, no debates que solo alimentan ruido.
La parálisis municipal también ha permitido que la informalidad avance sin control, incluso en el transporte turístico: vehículos que se promocionan como “servicio formal” sin contar con autorización, poniendo en riesgo a visitantes y afectando la imagen de Áncash como destino.
Las autoridades fueron elegidas para resolver problemas, no para administrarlos con indiferencia.
La seguridad vial, la movilidad urbana y el derecho a una ciudad ordenada no pueden seguir postergándose.
Huaraz necesita decisiones técnicas ahora:
una Comisión Consultiva activa, normas coherentes, especialistas en tránsito y un liderazgo que asuma su responsabilidad.
Porque si algo está claro es que el caos no solo avanza: se está normalizando.
Y esa es la señal más peligrosa para una ciudad que aún aspira a crecer con orden.