La carrera parlamentaria en Áncash ya muestra una primera radiografía preocupante: un escenario fragmentado, con abundancia de candidaturas, débil representación partidaria y una mezcla desigual entre reciclaje político y rostros sin trayectoria pública verificable. Más que entusiasmo democrático, lo que emerge es una oferta electoral extensa que obliga a mirar con atención quiénes aspiran a representar a la región en el próximo Congreso.
En el tablero de Diputados, la dispersión es evidente. Noventa y cuatro candidatos distribuidos en veinte organizaciones políticas compiten por apenas cinco escaños. Predominan partidos con escasa o nula presencia histórica en Áncash, junto a postulantes que buscan una segunda o tercera oportunidad tras derrotas previas, y otros que debutan sin experiencia pública registrable. La atomización no fortalece la democracia: la confunde y diluye la responsabilidad política.
A este escenario se suma un problema estructural persistente: la desigualdad en la representación de género. Aunque hay mujeres en las listas, pocas encabezan o aparecen en posiciones realmente competitivas. La paridad, una vez más, se queda en el papel y no en la práctica, reflejando la fragilidad del compromiso partidario con una representación más equilibrada.
El filtro legal será otro punto decisivo. Las inadmisibilidades y futuras improcedencias están a la orden del día, lo que podría dejar fuera de carrera a varios candidatos que ya han invertido recursos significativos en publicidad y pintas. No sería la primera vez que una campaña se cae antes de comenzar por errores básicos o incumplimientos normativos, revelando improvisación y ligereza en la conformación de listas.
En el caso del Senado, el panorama es distinto, aunque no necesariamente más alentador. Hay menos candidatos y mayor peso político, pero también señales claras de descuido. Solo algunas organizaciones han logrado presentar listas completas, mientras otras ni siquiera han alcanzado ese mínimo. La participación femenina es aún más reducida y, en ciertos casos, simbólica. Especial atención merece la situación del partido identificado con el color verde, cuya lista al Senado fue declarada inadmisible desde el inicio, un hecho que debería encender alertas sobre la seriedad de su propuesta nacional.
Todo esto ocurre mientras Áncash arrastra una deuda histórica en representación parlamentaria efectiva. La sierra sigue subrepresentada, frente a una costa que concentra voces y decisiones, reproduciendo desequilibrios que se reflejan luego en prioridades legislativas, presupuestos y políticas públicas.
Frente a este panorama, Áncash Noticias asume desde hoy un rol indelegable: fiscalizar a cada candidato, revisar hojas de vida, antecedentes, propuestas y coherencias. No se trata de promover ni de descalificar sin fundamento, sino de ofrecer información rigurosa para que el elector decida con criterio y memoria.
La región no necesita más improvisación ni apuestas a ciegas. Elegir representantes es decidir quiénes hablarán por Áncash durante los próximos cinco años. Esta vez, el desafío no es solo votar, sino hacerlo con conocimiento. La fragmentación no puede ser excusa para la mediocridad, ni el reciclaje político un atajo para repetir errores que la región ya conoce demasiado bien.