Realmente es penoso comprobar como por la miopía de la ministra de Educación Marilú Martens, la desinformación del ministro del Interior Carlos Basombrío y las maniobras del todavía secretario general del SUTEP Nacional Alfredo Velásquez, hacen que la prolongada huelga magisterial no se levante.
La ministra del ramo es incompetente, como la mayoría de sus asesores, que conocen tanto del trabajo burocrático en gabinete pero poco o nada la realidad de las aulas y menos las del Perú profundo donde las desigualdades y la desnutrición como la anemia campean; además de las duras condiciones donde los maestros se desenvuelven ganando mendrugos de sueldo, que acaso acaban de ser ligeramente levantado.
Marilú Martens, ha tratado de ensayar una autocrítica al señalar que no era consciente que las demandas regionales podrían desbordar a la representación nacional del SUTEP que ostenta el señor Acosta Velásquez; pero a las bases regionales sólo los ha atendido a través de intermediarios y no frente a frente como debe ser. Con su torpeza ha arrastrado también al descrédito al propio premier y acaso al propio presidente de la República y por supuesto a su colega Basombrío.
Basombrío se equivocó de cabo a rabo al aseverar alegremente que un gran sector de dirigentes tenía nexos con el Movadef, cuando los propios analistas como Jaime Antezana le han demostrado que la información que maneja está desfasada u obedece a las imaginaciones de los informes de inteligencia. Sus altisonantes aseveraciones han terminado por la pata de los caballos.
La campaña de satanización a las demandas de las auténticas bases magisteriales, sin duda, ha partido de la dirigencia nacional del SUTEP, controlada por la facción Patria Roja, que no quiere perder los privilegios del manejo del órgano financiero previsional que es la Derrama Magisterial. No es casual que esta entidad haya distribuido publicidad a diestra y siniestra a los medios de comunicación nacional para aprestarlos al juego mediático de desacreditación a dirigentes como Pedro Castillo, el gobierno también hace lo mismo con la publicidad estatal que se entrega a los monopolios de la comunicación.
Pero como las mentiras tienen patas cortas, la realidad está allí: la huelga se mantiene sólida y no precisamente por caprichos. Se ha pretendido decir que «los maestros se corren de la evaluación», pero los críticos no han ahondado que entre gallos y medianoche se trabajaron los diseños de las cuestionadas rúbricas –cuyos contenidos no reflejan para nada la realidad peruana sino de las naciones de primer mundo- como brillantemente acaba de advertir, en un medio nacional, el talentoso maestro huaracino Juan Cadillo, considerado uno de los cincuenta mejores profesores del mundo. Los maestros demandan una evaluación justa y realista.
El punto de discusión precisamente tiene que ser la revisión del contenido de esas rúbricas que tampoco en su momento observó la dirigencia magisterial nacional, pero sí los maestros de base, aquellos que no gozan de licencias burocráticas y que están día a día en las aulas.
Acaso un buen tiempo en las aulas a la ministra le haría bien para conocer la realidad, dejar de mirar bizcamente y pisar tierra, por lo menos antes de ser echada, vía censura, por incompetente.