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La segunda vuelta

Foto: Ancash Noticias

Editorial

La segunda vuelta

Va a ganar quien mejor defina sus estrategias de llegada efectiva a la población, quien mejor equipo de gobierno convoque y quien mejor sepa concertar.

Por fin los candidatos para la segunda vuelta regional Juan Carlos Morillo Ulloa y Juan Rebaza Carpio se animaron a salir en campaña; el primero con una visita a la emblemática Chavín de Huántar y el segundo con caravanas en Chimbote y Huaraz, saliendo del pozo del mutuo insulto que se veía en las redes sociales de parte de sus seguidores y troles.

Ambos candidatos tienen que darse cuenta que limitarse a las redes sociales como medio de campaña es algo así como “espejito, espejito dime quién es la más bonita” como el cuento de Blanca Nieves, muy engañoso. No pueden confundir los “likes” con votos o que los insultos suplan a las propuestas.

Una segunda vuelta, o balotaje, es más bien una contienda para buscar mejorar propuestas, presentar a los equipos y tener la estrategia constante y sonante (entre la más vital, la búsqueda de consensos y sintonía con el electorado).  Quedarse en los golpes bajos simplemente es darle cabida a la posición anárquica de los votos blancos y viciados, que históricamente no ha ganado ninguna elección.

A tono de lo que afirmamos, citamos ejemplos nacionales:

Cuando Alejandro Toledo pasó a segunda vuelta con Alan García y un Jaime Bayli que predicaba el voto viciado; Toledo en golpe maestro convocó a Fernando Olivera (con quien había tenido fuertes encontronazos en la primera vuelta) para frenar los ímpetus de García. Lo logró: ganó.

Cuando Alan García pasó a Segunda Vuelta junto a Ollanta Humala, García convirtió en virtual socia política a Lourdes Flores y al alcalde Castañeda y anunciando que Julio Velarde (hombre fuerte del entorno de Lourdes Flores) se haría cargo del Banco Central de Reserva y la presencia del líder del PAP se multiplicó en las plazas con propuestas pegajosas de un presunto “cambio responsable” jurando y rejurando que un eventual segundo gobierno para nada sería similar al desastroso primero. Ganó .

Cuando Ollanta Humala pasa a segunda vuelta con Keiko Fujimori; Humala presenta un renovado cuadro técnico (distinto al de la primera vuelta) y rubrica la denominada “hoja” de ruta, cambiando además el polo rojo radical por la camisa blanca del hombre moderado, además de apelar al sector antifujimorista para ganar por una nariz.

En el plano regional, el ejemplo más cercano es el de Waldo Ríos, quien en primera vuelta quedó segundo con sólo 17% frente a un Narváez, primero, con sólo 19%.  Este último recurriendo a su formación técnica y experiencia en gestión pública ninguneó a su rival cayendo en la excesiva confianza y creyó ingenuamente que hablando con sus ex contendores (Tania Ruiz, Valentín Fernández, Morillo y otros que habían competido en primera vuelta), quienes estuvieron en su mitin final, se la llevaría fácil; más bien, se llevó el chasco de su vida: perdió.

Waldo Ríos, apeló primero a la picardía frente a la ingenuidad de Narváez, desde los debates, como cuando se presentó sin técnicos en el de la Universidad San Pedro, en Chimbote, disculpándose de que ya los integrantes de su equipo técnico lo harían después…nunca llegaron, el debate transcurría, Narváez protestó y se retiró…Ríos dijo “Se ha corrido”.  Y en el evento de Huaraz que organizó el JNE, también se sobró en la picardía llevándolo al desprestigio personal a Narváez.

Ríos encaró así el reto de los debates, pero selló mejor su alianza con la población, olvidándose de sus chauvinistas posiciones antichimbotanas (de primera vuelta), multiplicó sus visitas a esa ciudad y la costa, en la sierra recurrió a su contacto de barrio por barrio y predicó en comunidades.  Ganó con un contundente 65% y empalideció a quienes creyeron que Narváez ganaría, y los promotores del voto blanco y viciado quedaron también más que sorprendidos.

Con el inicio de campaña que se vio ayer en el Maicito, como en Somos Perú, parece ser Morillo y Rebasa ya tomaron conciencia de la realidad. Vamos a ver qué más cartas mueven inteligentemente en los 40 días que restan para el día «D».

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