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Riesgos laborales: qué son, tipos y cómo identificarlos

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Riesgos laborales: qué son, tipos y cómo identificarlos

En todo espacio de trabajo hay condiciones que pueden generar algún peligro para los empleados, que deben identificarse para evitar cualquier riesgo de que ocurran. La seguridad industrial es la que se ocupa de esta área, esencial para toda empresa o negocio, y su cumplimiento es obligatorio.

Cuando se accede a un espacio de trabajo, se corren riesgos laborales que pueden incidir en la integridad de la persona, y que por eso, se deben identificar y detectar de inmediato, para evitar que ocurran accidentes o problemas que puedan afectar al trabajador y a la empresa.

Los riesgos laborales son todos aquellos materiales y situaciones que puedan poner en riesgo la seguridad de las personas y hasta su vida. Lo correcto es eliminarlos lo antes posible, para evitar lesiones, accidentes y hasta la muerte.

Los encargados de la seguridad industrial de las empresas tienen la misión de identificar hasta el más mínimo riesgo que pueda existir en todos los ambientes de la empresa, para atajarlos a tiempo, y así, evitar que ocasionen algún incidente.

Hay 6 tipos de riesgos básicos, que se pueden agrupar en la siguiente clasificación:

Seguridad: tienen que ver con derrames, maquinarias, electricidad, alturas elevadas, espacios confinados y toda condición que pueda provocar un accidente. 

Físicos: radiación, temperatura extrema, UV, ruido fuerte, etc.

Ergonomía: puestos de trabajo, levantamiento de cosas, malas posturas, repetición de movimientos.

Organización del trabajo: acoso, estrés, flexibilidad, violencia e intimidación, entre otros.

Químicos: gases, humo, pesticidas, inflamables y líquidos.

Biológicos: bacterias, sangre, picaduras de insectos, residuos animales, virus y cualquier agente patógeno.

Cualquiera que sea el riesgo, lo más importante es detectarlo a tiempo, y tomar las medidas de protección y prevención del caso. Hay protocolos de seguridad, equipos especiales de protección, manuales de uso de maquinarias, medidas de prevención y demás acciones que se pueden tomar, que pueden ayudar a minimizar los riesgos laborales.

Por ejemplo, si se trabaja en una central de generación de energía eléctrica y se está muy cerca de fuentes de electricidad, lo correcto es usar el equipo de protección personal (EPP) adecuado para evitar electrocutarse. O si se trabaja en elevadas alturas, es imprescindible el uso de arneses, cuerdas y demás materiales específicos para evitar eventuales caídas.

Todo riesgo tiene una solución propuesta, que ha sido previamente analizada para su efectiva aplicación y excelentes resultados. Si no se implementan las correspondientes acciones para disminuir los riesgos y contrarrestar el peligro, se tendrá una empresa muy vulnerable, con altas posibilidades de que ocurran accidentes.

Identificar los riesgos

Toda evaluación de riesgos lleva inmediatamente a identificarlos oportunamente para registrarlos, tomar las medidas preventivas para minimizar los peligros y, así, garantizar la máxima seguridad de los trabajadores.

La identificación conlleva esa evaluación en profundidad de todo lo que pueda convertirse en un eventual peligro. Esto se hace con el apoyo de especialistas en la materia que revisan las situaciones de riesgo, determinan qué tanto pueden ser y planifican las acciones que ayuden a evitarlas.

Hacer esa revisión puede ser muy peligrosa, por cuanto implica conocer situaciones hasta ese momento desconocidas, que pueden ser potencialmente delicadas. 

Los momentos en los que habitualmente se realiza esta evaluación de riesgos son: 

  • Cuando se incorporan nuevos equipos, maquinarias o procesos, en la rutina de trabajo normal.
  • Al iniciar cada turno.
  • Antes de empezar cada trabajo.
  • En las inspecciones informales y formales.
  • Una vez sucedido un incidente laboral, para determinar las causas y prever que vuelva a ocurrir.

La detección oportuna de riesgos incide positivamente en la seguridad de todos los que acceden a las áreas de trabajo, tanto de los empleados y operadores, como de clientes y visitantes. Además, reduce los eventuales costes en reparaciones, por los daños inesperados que puedan surgir.

También ayuda a mejorar el compromiso, la productividad y la eficiencia de los trabajadores, quienes al sentirse más seguros, trabajan con más confianza, a la vez que se impulsa el trabajo general de la empresa.

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